Capa de ozono
Las sustancias que agotan la capa de ozono (SAO) son sustancias químicas que tienen el potencial de reaccionar con las moléculas de ozono de la estratosfera. Las SAO son básicamente hidrocarburos clorados, fluorados o bromados e incluyen:
- Clorofluorocarbonos (CFC)
- Hidro clorofluorocarbonos (HCFC)
- Halones
- Hidrobromofluorocarbonos (HBFC)
- Bromoclorometano
- Metilcloroformo
- Tetracloruro de carbono
- Bromuro de metilo
La capacidad que estas sustancias químicas tienen de agotar la capa de ozono se conoce como potencial de agotamiento del ozono (PAO). A cada sustancia se le asigna un PAO relativo al CFC-11, cuyo PAO por definición tiene el valor 1.
¿Cuáles son los usos más comunes de las SAOs?
Uno de los sectores más importantes que emplea SAO son los equipos de refrigeración y aire acondicionado, donde los CFC y HCFC se emplean como refrigerantes en los circuitos de enfriamiento.
Las SAO también se emplean como agentes espumantes en la fabricación de espumas, como solventes de limpieza en la industria de la electrónica, como propulsores en los productos en aerosol, como esterilizantes, como agentes para combatir el fuego, como fumigantes para controlar pestes y enfermedades y como materias primas.
- Clorofluorocarbonos (CFC), Bromoclorometano, Metilcloroformo y tetracloruro de carbono: Estos compuestos con un gran poder de agotamiento del ozono y muy estables. Se emplearon desde su invención en los años 40 en refrigeradores, aerosoles, productos de limpieza, extintores de incendios, inhaladores de dosis medida, etc. En Uruguay existen aún refrigeradores funcionando con R12 pero está prohibida su importación, tanto de equipos como de refrigerante para reposición. Sin embargo será necesario asegurar que le R12 presente en equipos que están actualmente operando o que queden obsoletos no liberen este gas a la atmosfera.
- Hidro clorofluorocarbonos (HCFC): Creados como sustitutos transitorios de los HCFCs tienen un potencial de agotamiento más bajo que sus antecesores y actualmente se está trabajando para su sustitución para preservar la capa de ozono. Muchos de los aires acondicionados instalados en nuestras casas emplean R22 que atacan la capa de ozono si es liberado a la atmosfera.
También se emplean HCFCs en refrigeradores comerciales, vitrinas de supermercado y centrales de frío tanto en el sector comercial como industrial. Otro uso importante de estos compuestos en la fabricación de espumas de poliuretano, fenólicas, de poliestireno y poliolefínicas. Las espumas se emplean en una amplia variedad de productos y para aislamiento. - Halones: Son compuestos de Cloro y Bromo que se emplearon para la extinción de incendios. Si bien para la mayoría de las aplicaciones pudieron sustituirse por extintores a espuma, polvo o CO2 en algunas aplicaciones se utilizan HCFCs sustitutos en su reemplazo.
- Bromuro de metilo: Esta sustancia fue ampliamente utilizada como plaguicida para la fumigación del suelo con el propósito de proteger las cosechas y prevenir pestes. Actualmente su uso permitido se reduce a las aplicaciones de cuarentena y preembarque de cargas de exportación en el caso de que el destino así lo exija.
¿Cómo se liberan las SAO a la atmósfera?
Las SAO se liberan a la atmósfera en una variedad de formas incluyendo las siguientes:
- Tradicional de solventes de limpieza, pinturas, equipos para combatir el fuego y latas de aerosoles
- Despresurización y purga durante el mantenimiento de los sistemas de refrigeración y aire acondicionado
- Uso del bromuro de metilo en la fumigación del suelo y en las aplicaciones para cuarentena y previas al envío
- Eliminación de productos y de equipos que contienen SAO, como por ejemplo espumas o refrigeradores
- Circuitos de refrigeración que presentan fugas
Una vez liberadas a la atmósfera las SAO se diluyen en el aire ambiental y pueden alcanzar la estratosfera mediante las corrientes de aire, los efectos termodinámicos y la difusión. Debido a su larga vida, la mayoría de las SAO habrá de alcanzar la estratosfera en algún momento.
¿Qué se está haciendo para salvar la capa de ozono?
La producción de sustancias agotadoras de ozono es regulada por un convenio internacional de 1987 conocido como el “Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la Capa de Ozono” y las subsiguientes Enmiendas y Ajustes.
Este Protocolo, ratificado hasta el momento por más de 190 países, establece normas de control sobre la producción y el consumo nacional de sustancias agotadoras de ozono.
Gracias al Protocolo de Montreal, en estos últimos años la concentración de sustancias agotadoras de ozono en la atmósfera está disminuyendo. Uruguay participa en este convenio internacional y ha recibido numerosos reconocimientos internacionales por su trabajo en la disminución del consumo de estas sustancias.
Si los países siguen cumpliendo este protocolo, para mediados del siglo XXI la concentración de las sustancias agotadoras de ozono volverá a los niveles de principios de la década de 1980, anteriores a la formación del agujero de ozono antártico.
¿Cómo argentina esta ayudando a proteger la capa de ozono?
Protegerse del sol es hoy una costumbre más que trasciende el verano, con cremas y cosméticos que se usan todo el año. Y aunque sí tenemos presente que los rayos ultravioletas dañan la piel e incluso pueden ocasionar cáncer, el Día Internacional de la Protección de la Capa de Ozono (16 de septiembre), ofrece un buen motivo para recordar la razón por la cual estos productos se volvieron necesarios: la capa de ozono, que filtra naturalmente la radiación solar, está dañada por ciertas sustancias químicas que antes de la década del 90 eran de uso regular en los aerosoles y en las heladeras, entre otros usos.
A través de las primeras firmas del Protocolo de Montreal en 1987, los países se empezaron a comprometer a preservar la capa de ozono a través de la reducción de la producción y el consumo de esas sustancias dañinas, comenzando con los clorofluorocarbonos (CFCs), que además son gases que contribuyen al cambio climático.
“Por su cercanía al polo sur, la Argentina recibe una mayor radiación solar debido al agotamiento del ozono y desde el principio, ha tenido un rol muy activo en las negociaciones vinculadas al Protocolo de Montreal”, sostiene Tuuli Bernardini, especialista ambiental del Banco Mundial, que desde 2011 contribuyó en la implementación del Protocolo de Montreal en el país, trabajando junto al Gobierno en apoyar varias industrias en eliminar el uso de las sustancias que agotan la capa de ozono.
Específicamente, el Banco sirvió de Agencia de Implementación para financiar la reconversión tecnológica con el objetivo de reemplazar el uso de gases CFC por gases hidroclorofluorocarbonos (HCFC). Estos gases son utilizados universalmente en la fabricación de heladeras domésticas, aire acondicionado automotor y doméstico, en equipos de refrigeración comercial e industrial, y en menor medida en espumas de poliuretano y en inhaladores para el tratamiento del asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
“Fue un gran desafío coordinar los tiempos y procesos del Protocolo de Montreal, pero logramos implementar proyectos de reconversión para empresas muy grandes y de sectores sumamente relevantes”, afirma Juan José Galeano, Director Nacional de Desarrollo Sostenible de la Industria del Ministerio de Producción.
Sin embargo, los HCFC sólo sirvieron de manera transitoria debido a que también tienen un potencial de agotamiento de ozono y de efecto invernadero, aunque con niveles menores que los CFC. Por eso, desde 2013, se está implementando un cronograma de eliminación gradual de la producción y el consumo de los HCFC, que para ciertos usos ya tienen alternativas limpias mientras, para otros, es necesario continuar el desarrollo tecnológico en busca de mejores alternativas.
Así, en 2015, la Argentina cumplió la primera meta de un 10 por ciento de reducción del consumo de HCFCs. Ahora se trabaja para seguir reduciendo las emisiones de estas sustancias, hasta alcanzar un 50 por ciento para el 2022, de acuerdo con el compromiso global asumido.
Los proyectos financiados en el marco del Protocolo de Montreal suelen producir valor más allá de la protección de la capa de ozono. “Las medidas de reconversión han servido también para modernizar las industrias y traer múltiples beneficios ambientales y económicos como ahorro energético”, destaca Bernardini.
A medida que la capa de ozono se recupera, los esfuerzos actuales se potencian para que estos logros sirvan también en la lucha contra el cambio climático y la huella ambiental de la industria argentina continúe disminuyendo.
El escudo protector
El ozono forma un frágil escudo, en apariencia inmaterial pero muy eficaz. Está tan esparcido por los 35 km. de espesor de la estratosfera que si se lo comprimiera formaría una capa en torno a la Tierra, no más gruesa que la suela de un zapato.
Cualquier daño a la capa de ozono aumenta la radiación UVB que llega hasta la superficie de la Tierra, con el potencial para provocar daños al medio ambiente y a la vida terrestre. Entre estos daños se encuentran el cáncer de piel, problemas oculares, efectos sobre el sistema inmunológico, disminución de las cosechas, perjuicios a los bosques y a la vida submarina, agravamiento de la contaminación fotoquímica en la troposfera y aumento del ozono cerca de la superficie de la Tierra donde no se lo desea.
Inconscientemente hemos venido sometiendo a la capa de ozono a ataques subrepticios y sostenidos.
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